miércoles, 12 de noviembre de 2008

Videos, libros y piernas largas

Suelo comprar los deuvedés donde antes compraba los vídeos, en la sección adecuada de una tienda donde los empleados –casi todos mujeres– son extremadamente competentes. No recuerdo ni un solo caso en el que hayan consultado el ordenata para buscarme una película. Maribel, que así se llama la dependiente más veterana, y sus compañeras siempre saben si está agotada o no, si viene de camino o en qué lugar exacto se encuentra, y a menudo hasta la han visto, o la conocen. La de Grace Kelly, se dicen unas a otras. Con Cary Grant. Al fondo a la derecha. Ésa es la ventaja de que te atiendan personas para quienes el trabajo no significa sólo un mero trámite de jornada laboral. Puestos a ello, procuran desempeñarlo con eficacia y vergüenza torera.

No siempre es así, claro. Y cuando no lo es, se nota más. Es molesto decir hola, buenas, busco tal, y que el dependiente no tenga ni idea. O que le dé lo mismo colocarte jota que bolero. Eso, que en cualquier sitio resulta incómodo, se vuelve desagradable cuando hay cultura de por medio. Nadie entra en la librería o en una sección de música clásica como quien va a comprar ultramarinos –bellísima palabra, por cierto, que deberíamos usar más a menudo–. Siempre esperas, al menos, cierta correspondencia entre la materia y el agente que te la suministra, cuando no complicidad. Por eso ahí las decepciones son mayores. Más tristes los equívocos.

Mis libros los compro en librerías pequeñas, salvo excepciones. A veces hay prisas o circunstancias que me obligan a entrar en tiendas grandes. No tengo queja, aunque a veces se dan situaciones absurdas. Quiero decir que situar a un empleado analfabeto en una sección determinada puede no tener consecuencias graves para la buena marcha de una tienda en general; pero ponerlo a despachar libros es otra cosa. Pensaba en eso el otro día, cuando entré en la sección de librería de una tienda grande buscando un volumen concreto de las Vidas paralelas: Alejandro y César. La jovencita que me atendió no tenía ni idea de qué le estaba hablando. Le sonaba a chino. «Busque en Plutarco», sugerí. Al fin, voluntariosa, localizó la obra en el ordenador y trajo un ejemplar de la Colección Gredos. Plutarco. Vidas paralelas. Arístides, Catón. «Le pedí el que tiene las de Alejandro y César», dije. «No se preocupe –respondió convencida, radiante–. El ordenador dice que es obra completa.» Me llevó poco tiempo explicarle que las Vidas paralelas es obra completa, en efecto, pero repartida en varios volúmenes. Y que me había traído uno de ellos, mientras que yo le pedía otro. La moza lo entendió al fin, me trajo el libro correcto y nos separamos tan amigos. Pero no pude evitar preguntarme cuál era la preparación cultural, no de aquella chica, que trabajaba en donde podía, sino del responsable que la había puesto en la sección de librería, y no en la de cosméticos, por ejemplo. Ella habría sido más feliz, seguramente. Y los clientes también.

Mi episodio favorito con esto de los libros y quienes los venden ocurrió hace un par de años en la estación del AVE de Sevilla, y celebro tener hoy pretexto para contarlo. Estaba sentado en un banco, leyendo un libro mientras esperaba la salida de mi tren. Una atractiva jovencita muy maquillada, con falda corta y piernas espectaculares, se me paró delante, llevando en las manos una carpeta llena de papeles y una revista del Círculo de Lectores. «Hola –me tuteó sonriente, con tonillo frivolón y ligeramente pijolandio–. ¿Te gusta leer?» La miré por este orden: piernas, ojos, revista del Círculo. «Algo», respondí, cerrando el libro que tenía en las manos. Hizo entonces un simpático movimiento de caderas, sugerente, como en los anuncios de la tele. «¿Conoces el Círculo de Lectores?» La miré pensativo. Luego dirigí la vista hacia el escaparate de la librería de la estación, donde estaban expuestas dos novelas mías. «Fíjate si lo conozco –respondí–que en esa revista que tienes en las manos sale mi foto.» Me miró durante cuatro segundos, fijamente. «¿Co-como que tu foto?», balbució al fin. Tenía la misma sonrisa comercial que antes, pero un poquito rígida. Incrédula. «Sí –dije–. Anda, mira dentro.» Todavía sonreía como si se hubiera olvidado de dejar de hacerlo. Una sonrisa disecada. «¿Y co-cómo te llamas?», preguntó mientras pasaba páginas. Le dije mi nombre en el momento en que, supongo, llegaba a la doble página donde se anunciaba el último Alatriste: Corsarios de Levante. Entonces se le cayeron todos los papeles al suelo.

Al rato apareció con su superior, que andaba por allí. Se disculpó éste con mucho embarazo, y yo le dije que no tenía por qué. Que la vendedora era encantadora y que nadie tenía obligación de conocer mi careto. Faltaría más. Después, cuando se alejaban, miré otra vez las piernas de la chica. Comprendía perfectamente al jefe. Hasta yo me habría suscrito, oigan. Al Círculo. A donde fuera.

Arturo Pérez Reverte

lunes, 18 de agosto de 2008

Debemos soportar

Parece que tenemos la obligación de soportar que la librería universitaria se convierta en una sucursal de libros de superación y best sellers, y además que las especiales estén dirigidas a puros libros de texto. Incluso han dejado la oprtunidad de tener los libros de la UNAM y la UV, pero bueno, no entiendo que sucede con las autoridades, parece que tienen una ceguera intelectual y ponen a una persona sin experiencia (y bastante nefasta) al frente de la dirección de esa que sería la única opción de encontrar libros especializados en Juárez.

El martes fui a buscar Rayuela y no lo tenían, además que ya no hay un verdedor de piso que diga donde, como y cuando se encotrarán los libros, bueno ni hablar.

para mi único lector (llorch) espero que pases la voz y podamos mover el piso, haber si mejora la situación.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Replica

Tengo que aclarar que he sido víctima de una hacker y lo que se posteo el 6 de mayo no lo puse yo, creo que ese pinche hacker es el jorge que es bien joto, de hecho me hizo el amor bien rico, pero yo siempre fui el hombre de la relacion, que quede claro, sin más por el momento nos vemos y el hacker debe saber que puede seguir escribiendo sus babosas en mi blog mientras no diga mentiras.

martes, 6 de mayo de 2008

Acepto, por este conducto (y por el otro) que soy gaysísimo. Necesitaba desahogarme...

Ah! Esto es paz!

miércoles, 20 de febrero de 2008

Don Perlimplín y los Gremblins

Una puesta en escena es la interpretación personal de un hombre llamado director que por diferentes causas se ve envestido del poder de crear un mundo alterno en escena. Este mundo aún así debe cumplir ciertos requisitos para que la obra funcione. ¿En qué momento funciona una obra? La respuesta la otorga el público. Desde el inicio del “Teatro” en Grecia, el concurso de los creadores de teatro (que en aquellos tiempos cumplían varias funciones además de las de un director) se veía sometido a la venia del público. Lope de Vega en su Arte Nuevo de Hacer Comedia establece que el rechazo al canon clásico no se debe al desconocimiento, sino a que el espectador pedía algo más.
Encontramos entonces serios problemas en la puesta en escena que el grupo Candilejas en el Desierto presentó de El Amor de Don Perlimplín con Belisa en su Jardín de Federico García Lorca: no existe conexión de la puesta en escena, simbólica o temática, con el público de la frontera, que de por sí ya se ha alejado de la experiencia dramática lo suficiente como para que el teatro sea en Juárez un espectáculo de élite.
Se podría pensar que el lenguaje poético de Lorca solo, salvaría la representación, pero debemos pensar que la obra fue escrita hace más de 60 años, en España, en el marco de una guerra civil, cuando las experiencias poéticas eran un acto individual único y moderno.
Fredric Jameson en El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado nos habla de las expresiones artísticas en la actualidad: “En los productos posmodernos más débiles, la encarnación estética de estos procesos (modernos) tiende a menudo a instalarse confortablemente en una simple representación temática del contenido…”, esta situación se encuentra en la puesta de Perlimplín, que para colmo de males, parece olvidar la sugerente segunda parte del título de la obra de Lorca “…Aleluya erótica en cuatro actos…”, sin llegar a un debate sobre lo que es erotismo en la actualidad la escena pierde la posibilidad erótica desde el vestuario de Belisa y los amantes, que para un público actual la vestimenta don juanesca resulta un recordatorio de las versiones cómicas que se presentan del Don Juan de Zorrilla (con masca brothers incluidos).
La incursión de los duendes resulta largísima, siendo que para la obra podría ser fundamental, sus diálogos y lo chillón de la voz de los autores pasa de una escena llena de simbolismo a un pastiche que podría bien recordar a un sketch de comedia de la televisión nacional (de horario estelar, eso sí).
El resultado negativo (que se refleja incluso en taquilla) sería la culpa de un director que se encuentra fuera del entorno de Ciudad Juárez o tal vez del público que todavía no puede desarrollar un sentido crítico para reprimir y exigir lo que espera del teatro.
Parece que la élite que asiste al teatro en nuestra ciudad debería ya, actuar como mosquetero y levantar la voz cuando una puesta en escena no cumple con las expectativas que busca.

miércoles, 23 de enero de 2008

Hola

claro que posteare mi llorch, y bueno le chismeo que el neto al regresado a la carrera

viernes, 18 de enero de 2008

Im fired

me corrieron, bueno ya lo esperaba, ni hablar si alguien tiene un trabajo por ahi que me invite nos vemos.

miércoles, 16 de enero de 2008

Hay les va una lista de las novelas que tengo en PDF.

AGATHA CHRISTIE
Obras Completas (Mas de 140)


ALFRED HITCHCOCK
Prohibido a los Nerviosos
Misterio de la Calavera Parlante
Misterio de la Casa que se Encogía
Misterio De La Paloma Mensajera
Misterio Del Arrecife Del Tiburón
Misterio Del Caballo Decapitado
Misterio Del Diablo Danzante
Misterio Del Espantapájaros Siniestro
Misterio Del Gato De Trapo
Misterio Del Peñón Del Naufrago
Misterio En La Montaña Del Monstruo

ARTHUR CONAN DOYLE
Obra completa.

DASHIELL HAMMETT
Antología de Relatos
Aquel asunto del Rey
Corckscrew
Cosecha Roja
El Halcón Maltés
La Maldición De Los Dain


EDGAR WALLACE
El cometa Halley, el cow-boy y lord Dorrington
El día de la concordia
El hombre del antifaz blanco
El hombre del hotel Carlton
El hombre que no era nadie
El jeroglífico
El misterio de la vela doblada
El Terror y otros cuentos
El vagabundo
La caída de Mr. Reader
La cuarta plaga
La puerta de las siete cerraduras

ELLERY QUEEN
Aventuras de Ellery Queen
El Misterio de los Polvos
El misterio del ataúd griego
El origen del mal
La Hechicera de Times Square
La maravilla de los diez días
Los cuatro Johns
Tragedia de Z

ERLE STANLEY GARDNER
El caso de la golondrina chillona
El caso de la huella labial
El caso de la simpática impostora
El caso del barco en llamas
El caso del cadáver que desaparece
El caso del ojo de cristal
El caso del testigo reluctante
El niño de la confitería
Los dedos de Fong

GILBERT K CHESTERTON
El Candor Del Padre Brown
El Club De Los Negocios Raros
El Hombre Que Fue Jueves
El Hombre Que Sabia Demasiado
La ausencia del señor Glass
La Cruz Azul Y Otros Cuentos
La Incredulidad Del Padre Brown
La Sabiduría Del Padre Brown
La Taberna Errante
Las Muertes De Los Pendragon
Los Tres Jinetes Del Apocalipsis

GEORGE SIMENON
56 Novelas de Maigret

JOHN LE CARRE
El espía que surgió del frio
El Sastre De Panamá
El Topo
La Casa Rusia
La chica del tambor
Llamada Para El Muerto
Nuestro Juego
Un Espía Perfecto
Una Pequeña Ciudad De Alemania


MAURICE LEBRANCH
Arsenio Lupin Contra Herlock Sholmes
Arsenio Lupin El Caballero Ladrón
El hombre de la piel de cabra
El Tapón De Cristal
Los Tres Crímenes De Arsenio Lupin



PATRICIA HIGHSMITH
4 Relatos

RAYMOND CHANDLER
Asesino en la Lluvia
El largo adiós
El simple arte de matar
El Sueño Eterno
Estaré Esperando
La Dalia Azul
La ventana siniestra
Los Chantajistas no Disparan
Tristezas de Bay City
Un Par De Escritores

REX STOUT

Demasiadas mujeres
El Sustituto
La dama del velo
Orquídeas negras
Tres testigos
Un derecho a morir

RODOLFO MARTINEZ

Sherloch Holmes y la sabiduría de los muertos.
Los Sicarios Del Cielo

jueves, 10 de enero de 2008

Novela Negra

He conseguido una buena cantidad de novelas negras en PDF, si alguien le interesa algún título con gusto se los mandaré por correo.

Maltese Falcon




Para los iniciantes en el mundo de la novela negra leer el Halcón Maltés es obligado, entrar en ese mundo de intrigas, se debe hacer a través de los clásicos, escrita por Dashiell Hammet, resulta la perfecta muestra de lo que es un detective y de lo que es capaz para llevar a cabo el cumplimiento de la ley (o salvar su pellejo).

lunes, 7 de enero de 2008

Casi despedida

Creo que me van a correr. Si sucede ya no tendre la facilidad de ingresar a la red todos los dias y este blog morira, bueno gracias a mi unico lector frecuente; te deseo, pelon. Cuasiadios a todos.