martes, 9 de noviembre de 2010

Un avance de una novela de Zombis en Juárez

El Complot para darle en su madre al complot.
Un lugar en la sierra de Chihuahua a 13 de enero del 2011

En la cúpula del poder (una de ellas para ser preciso) una reunión se llevará a cabo en cuanto la teleconferencia esté lista; aunque no se crea mucho está medio cabrón entablar comunicación al exterior desde las prisiones de máxima seguridad, más últimamente que los chingados federales son tan pinches aficionados a grabar y mandar a televisa todo lo que se puede reproducir. A penas hace unos dos meses le pusieron al Mayo a sus parientes pobres para que los rescatar. Esas son chingaderas, ni modo que sean unos pinches rambos para salvar a cualquier pariente pendejo que se deje chingar. El apellido no da fuero como si fuera senador, no ni madres. Pero el pedo es que todavía después de un chingo de reflexiones pendejas de mi parte, no podían sacar una línea segura de La Palma para que el señor Cárdenas y sus chamacos participaran en la reunión. Y era necesario que todos estuvieran al tanto del complot que mi nuevo patrón y su archienemigo (como si fueran los batos Batman y el Joker), habían decidido en una anterior reunión, digo, para que vean como estaba el pedo, ya era esta la segunda vez en una semana que se encontraban de cara, y como si fuera lucha libre y yo el pinche Rudo Rivera: Por un lado Joaquín Guzmán Loera (el Chapo) y por al otra Vicente Carrillo Fuentes (el Viceroy) los dos rudos aunque contrincantes, que en los últimos 4 años habían mandado a su brazo armado a darse en la madre por la plaza más cotizada de México, causando más de 6 mil muertes. Y ahora en un hecho sin precedente, los dos muy encabronados se habían puesto de acuerdo, y yo tenía que tomar nota de cada paso y cosa que se dijera, se gritara o se pensara en las reuniones.
Esta había sido idea del Chapo, como le encanta la farándula se buscó a un cronista entre los que salvamos o, mejor dicho, nos rescataron del pinche culero desmadre que se había hecho en Juárez y resulta que lo único que pudo reclutar fue a mí, un estudiante de literatura que por vivir en una casa de dos pisos se salvo del suerte, ahora bien, viendo en perspectiva, se puede analizar lo sucedido, pero cuando se publique esto puede ser tomado como otra pinche novela de negra.