miércoles, 21 de noviembre de 2007

El concepto correspondía a un valentón con coleto hasta las rodillas, escurrido de carnes y de pelo, que era cano, abundante y rizado en torno a un respetable cráneo tostado por el sol.

Había sido teólogo en Coimbra, se contaba, hasta que un mal lance púsolo en el camino de la jacarandina.

Todos lo tenían por hombre de leyes y letras amén de toledana, era cnocido como Saramago el Portugués, tenía el aire hidalgo y mesurado, y se decía de él que despachaba almas por necesidad, ahorrando como un hebreo para imprimir, a su costa, un interminable poema épico en el que trabajaba desde hace veinte años, contando cómo la península Ibérica se separaba de Europa y quedaba flotando a la deriva como una balsa en el océano, tripulada por ciegos. O algo así.





El Oro del Rey, aventuras del Capitán Alatriste. p.179

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay chachito, qué churros lees...

editorialuacj dijo...

No, Llorch, lo mejor del Chachito es su refinado y buen gusto para TODO.

Anónimo dijo...

En TODO, menos en sus lecturas


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Hola Lulita, ¿cómo estás? ;)
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Saludos a ambos

chachito dijo...

ya cochense en vez de platicar en mi blog